El cooperativismo es una de las estrategias más poderosas para impulsar el desarrollo económico y social, sobre todo en un contexto de desafíos globales que requieren soluciones innovadoras y sostenibles. A lo largo de los años, las cooperativas han demostrado ser una forma de organización, tanto en áreas rurales como urbanas, que no solo ha generado empleos, sino que ha promovido la inclusión y la justicia social en diversas comunidades.
En Bolivia, el cooperativismo data aproximadamente de los años treinta, como una forma revolucionaria y moderna de organización económica, basada en el trabajo asociado. Las primeras cooperativas surgieron en sectores estratégicos como la minera (1939) y el ahorro y crédito (1946). Posteriormente, se creó la primera Ley de Sociedades Cooperativas del país, promulgada el 13 de septiembre de 1958. Esta legislación fundamental marcó el rumbo del cooperativismo boliviano durante más de medio siglo, dando lugar a la expansión a otros sectores como vivienda, electricidad, agropecuarias, telecomunicaciones, entre otros, así como la creación de federaciones nacionales de cooperativas por sector.
Este movimiento cooperativista ha sido fundamental en la creación de redes solidarias que ayudan a enfrentar los retos de la pobreza y la exclusión. A través de sus mecanismos de autogestión, las cooperativas bolivianas han sido clave para la diversificación económica, especialmente en comunidades que antes dependían de industrias más volátiles o con acceso limitado a recursos.
Un aspecto que resalta en el cooperativismo boliviano es su capacidad para empoderar a sectores históricamente marginados, especialmente a comunidades rurales y mujeres. Estas cooperativas no solo se han convertido en un motor económico, sino en un espacio de lucha y reivindicación por la equidad de género y la justicia social.
Según la Autoridad de Fiscalización y Control de Cooperativas (AFCOOP), creada mediante la Ley General de Cooperativas actual, Ley N°356 promulgada el 11 de abril de 2013 y que, efectivamente inicia su actividad institucional en la gestión 2014, está encargada de regular, controlar, fiscalizar y supervisar el movimiento cooperativo nacional. Según la AFCOOP, Bolivia alberga 3.383 cooperativas, que operan en distintos sectores clave como el de producción (78%) que contempla a la minería, agricultura, artesanía e industria; servicios (15%) que agrupa a transporte, ahorro y crédito, educación, vivienda, consumo, turismo, salud y comercialización; servicios públicos (6%) que refiere a telecomunicaciones, electricidad, agua y alcantarillado; y por extensión (1%) que se refiere a cooperativas de objeto único, integrales y las multiactivas. Con un impacto directo en el bienestar de más de un millón de personas (asociados), de los cuales el 40% son socias mujeres, en general esto representa al menos el 10% de la población boliviana.
Si bien el cooperativismo ha logrado importantes avances, la formalización sigue siendo un desafío crucial, se estima que un porcentaje significativo de cooperativas operan en condiciones de informalidad, ya que aún no han realizado su homologación ante AFCOOP, para ser reconocidas y operar legalmente, lo que limita su potencial de crecimiento y capacidad de generar un mayor impacto social y económico.
A pesar de los avances, las cooperativas enfrentan desafíos importantes como la necesidad de fortalecer su capacidad organizativa, mejorar la gestión empresarial y, sobre todo, asegurar su integración al mercado global sin perder su esencia solidaria. Es crucial que las cooperativas bolivianas continúen adaptándose a los tiempos modernos, incorporando nuevas tecnologías y estrategias de innovación que les permitan competir en un mercado cada vez más globalizado y exigente.
El futuro del cooperativismo en Bolivia depende de su capacidad de sostener un modelo económico alternativo viable, basado en principios de solidaridad, equidad y justicia social. En este camino, las cooperativas bolivianas seguirán siendo un componente clave para la construcción de un país más inclusivo, justo y sostenible, donde el bienestar de las comunidades esté por encima de los intereses individuales o corporativos.
En este contexto, el Instituto para el Desarrollo Rural de Sudamérica – IPDRS con el apoyo de We Effect, están llevando a cabo un estudio exhaustivo sobre el cooperativismo en Bolivia; que permitirá mostrar el estado actual del sector cooperativo, sus desafíos y oportunidades, con el fin de generar propuestas para el fortalecimiento de este movimiento cooperativo.