
Durante este año, procuramos profundizar en las reflexiones respecto a la viabilidad de la economía familiar, campesina e indígena. En nuestro cometido y permanentes conversaciones con las familias, las mujeres productoras y las organizaciones sociales, comprendemos el ritmo que toma la economía, la disponibilidad de recursos y el creciente endeudamiento. Estas reflexiones se sumaron a una encuesta y otros métodos de recojo de información para el estudio sobre Endeudamiento y economía familiar en el Norte Amazónico de Bolivia, implementado en la provincia Madre de Dios de Pando y la provincia Vaca Diez del Beni, y del cual se deriva la cartilla “Decidamos informadas. Crédito, endeudamiento y control territorial”.
La economía familiar amazónica se caracteriza por un ciclo de temporadas marcadas por el extractivismo. Hace unas décadas en el apogeo de la extracción de goma, impuso una dinámica centrada en las temporadas de aprovechamiento intensivo del bosque que, a su vez, determina la disponibilidad de recursos económicos para las familias, comunidades y mercado local. Un tema sustancial, al respecto, tiene que ver con las características culturales del consumo familiar, la disposición al ahorro, y las expectativas de un mayor acceso a determinados bienes, artículos o servicios.
En una economía que, históricamente, se basó en la zafra de la castaña y otras actividades complementarias. La actual crisis económica generalizada que vive el país, agudiza los problemas para satisfacer las necesidades y acceder a empleos con buenas condiciones laborales. Además, el cambio climático y la expansión de la frontera agrícola juegan un papel fundamental en la disponibilidad de recursos y la posibilidad de generar recursos para la sobrevivencia. El estudio realizado identifica los momentos de crisis para las familias amazónicas, que se remite al periodo en el que se agotan los recursos de la zafra de la castaña y las familias –principalmente, las mujeres– tienen varias opciones para acceder a recursos, entre ellos, la solicitud de créditos.

Los bancos, las ONG financieras, los prestamistas locales y otras opciones tienen mecanismos para hacer acreedora a una persona, unas con más y complejos requisitos, otras casi inmediatos con variables intereses; ninguna de las opciones parece ser la mejor, pero las necesidades apremian y muchas familias incluyen al estrés como miembro permanente de su cotidianidad. Como una mochila pesada, la deuda va creciendo, se va acumulando y el ritmo de la vida, las necesidades y requerimientos de la educación, salud y trabajo, no se detienen. En ese momento, cuando la ansiedad está tomando el control de las emociones, una gama de intereses diferenciados aprovecha y toma ciertas ventajas sobre los activos de las familias.
La mano de obra es la primera necesidad de los extractivismos que se suceden en la Amazonía. El mecanismo de comprometer trabajo para “habilitar” pagos adelantados se instauró hace mucho tiempo. A esto se suma que el que ha sido el principal motor de la economía amazónica, el aprovechamiento de la castaña cada vez da menores réditos, aunque los precios internacionales se eleven, las y los recolectores directos, no tienen ningún control, ni opciones económicamente interesantes para transformar el producto antes que venderlo. Así, artículos como las motocicletas son sumamente valoradas por las familias, pues suponen movilizar mayor producto, pero, además, suponen cierta autonomía en varias actividades de la vida. Junto a la mano de obra, el patrimonio familiar y la tierra-territorio son el gran baluarte que las familias amazónicas deben resguardar y ejercen de mejor forma el control y gestión territorial.
En este análisis, proponemos algunas claves para la prevención del endeudamiento. Lo primero, y tan dificultoso en la región amazónica, diversificar la producción y la economía. Y lo segundo, fortalecer y rescatar las organizaciones comunitarias para el ahorro y la contención en momentos de crisis y carencia. Solamente un tejido comunitario y organizativo fuerte podrán prevenir la incursión de otro tipo de actores y economías que saquen ventaja de las múltiples necesidades familiares. La población amazónica es sumamente resiliente, comprende los procesos y ciclos, seguramente, agenciará un esfuerzo para no poner en riesgo sus recursos y sus modos de vida, pues viene haciéndolo hace casi dos siglos.
