jueves 15 agosto, 2024
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Lorenzo Soliz Tito
Analista de gestión y proyectos
 del IPDRS

En Bolivia, en estas semanas hay una intensa actividad de reuniones, encuentros, posicionamiento, formulación y debates de propuesta para afrontar la crisis económica y productiva que vive el país. Hubo reunión con gobernadores departamentales, con empresarios privados de la gran agroindustria, y se anuncia ... Leer más

Lorenzo Soliz Tito
Analista de gestión y proyectos
 del IPDRS

En Bolivia, en estas semanas hay una intensa actividad de reuniones, encuentros, posicionamiento, formulación y debates de propuesta para afrontar la crisis económica y productiva que vive el país. Hubo reunión con gobernadores departamentales, con empresarios privados de la gran agroindustria, y se anuncia un “gabinete agropecuario”. Entre otros temas para tratar la falta de dólares, las exportaciones agropecuarias, desabastecimiento de combustibles, biotecnología, producción de alimentos ante una eventual crisis e inseguridad alimentaria, etc.

Se va reforzando de este modo en el imaginario colectivo que el sector agroempresarial es el garante de la seguridad alimentaria del país. Nada más falso. Es cierto que proporciona una parte de la alimentación de la población boliviana y otra parte son commodities que exporta. Dicha producción la obtiene a base de deforestación, incendios forestales, combustible subvencionado, uso intensivo de plaguicidas y semillas transgénicas, coopta una parte de los productores pequeños, entre otras prácticas.

Incluso, los movimientos sociales que sustentan al actual gobierno, reunidos en “gabinete social”, también trataron estos temas. Pero, lo más importante es que ellos también se olvidaron olímpicamente de las bases campesinas indígenas y de pequeños productores, que producen una parte de los alimentos que consumen bolivianas y bolivianos.

Según INE 2015, el Censo Agropecuario de 2013 registró 861.608 Unidades de Producción Agropecuaria (UPA) dedicadas al cultivo de la tierra, a la ganadería, a la extracción de especies maderables y productos no maderables, a la caza de animales silvestres o a la pesca[1]. De este total el 90% serían unidades de producción campesinas e indígenas, según indica Eyzaguirre, 2015.[2]

Diversos estudios afirman que el porcentaje de contribución de pequeños productores de la agricultura familiar, campesina indígena a la seguridad alimentaria está en el orden del 40% a 60%. Este sector sigue produciendo una parte importante de los alimentos y con alta diversidad -más de setenta tipos de productos alimenticios- que se consumen en Bolivia. Muchos de ellos también utilizan plaguicidas en la producción de algunos cultivos; otros se dedican a la producción natural, ecológica y agroecológica, o combinan algunas de ellas.

Si bien estas y estos productores no están conectados a las cadenas de supermercados -cada vez más crecientes-, son ellos quienes abarrotan los mercados populares de las ciudades capitales y de tantas ferias agrícolas, pecuarias y agroforestales en las provincias y municipios a lo largo y ancho del país. De hecho, fueron ellos quienes nos alimentaron durante la pandemia por el COVID-19.

En 2023 contribuyeron con cerca del 6% del PIB nacional (productos agrícolas no industriales, silvicultura, caza y pesca). Y no hay que olvidar que ellos también exportan algunos productos como cacao, castaña, café, amaranto, haba, quinua.

Para el 2025, en el Plan de Desarrollo Económico y Social 2021-2025 se proponía “la mitad de la producción de alimentos consumidos por la población nacional es producida por los pequeños productores y organizaciones económico comunitarias.” (Eje 3. Meta 3.2. Resultado 3.2.8)[3]

Entonces, ¿dónde están y por qué no fueron convocados estos otros productores a estos diálogos por la producción y la seguridad alimentaria? ¿No cuentan para el gobierno, para sus dirigentes? Esperemos que este sector y representantes de sus organizaciones sean convocados, planteen sus propuestas y necesidades y participen en la toma de decisiones sobre temas que les atingen y atingen al país, como la producción y seguridad alimentaria, por ejemplo.


[1] INE, 2015. Censo Agropecuario 2013 Bolivia.

[2] Eyzaguirre, 2015. Importancia Socioeconómica de la Agricultura Familiar en Bolivia.

[3] Ministerio de Planificación del Desarrollo, 2021. Plan de desarrollo económico y social 2021-2025.

https://observatorioplanificacion.cepal.org/sites/default/files/plan/files/PDES_2021-2025a_compressed_0.pdf