La experiencia de Flor de Leche en el municipio de Achocalla, Bolivia, muestra cómo la producción artesanal de derivados lácteos puede constituirse en una estrategia sostenible de desarrollo económico, social y ambiental a nivel local. Desde su creación en 1998, la empresa ha consolidado un modelo eco-social que articula a más de 150 familias productoras de leche, genera empleo intensivo y prioriza prácticas productivas respetuosas con el medio ambiente, apostando ... Leer más
La experiencia de Flor de Leche en el municipio de Achocalla, Bolivia, muestra cómo la producción artesanal de derivados lácteos puede constituirse en una estrategia sostenible de desarrollo económico, social y ambiental a nivel local. Desde su creación en 1998, la empresa ha consolidado un modelo eco-social que articula a más de 150 familias productoras de leche, genera empleo intensivo y prioriza prácticas productivas respetuosas con el medio ambiente, apostando por la transformación artesanal como alternativa a la industrialización. Su inserción en distintos mercados —especialmente el subsidio de maternidad y lactancia, supermercados y tiendas especializadas— permitió un crecimiento sostenido, aunque también generó una alta dependencia del mercado estatal, evidenciada durante la pandemia del Covid-19. Al mismo tiempo, la experiencia destaca la importancia de la innovación productiva, social y ambiental, el fortalecimiento de relaciones de confianza con los proveedores y la diversificación de mercados como factores clave para la sostenibilidad de emprendimientos rurales, subrayando los desafíos que enfrentan las iniciativas artesanales frente a marcos normativos, tributarios y sanitarios poco adaptados a su realidad en Bolivia.
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