
Por Nuris Poma Catacora, Investigación-acción IPDRS.
El martes 3 de junio del presente se llevó a cabo el sexto conversatorio “Dinámica y actualidad del cooperativismo agropecuario en Bolivia”, enfocado en las cooperativas agropecuarias. Organizado por el Instituto para el Desarrollo Rural de Sudamérica (IPDRS), con el apoyo de We Effect. El evento permitió una mirada profunda a las realidades, potencialidades y desafíos del cooperativismo agropecuarias como motores del desarrollo rural.

Óscar Bazoberry Chali, Coordinador General de IPDRS, moderó el conversatorio iniciando con una contextualización para comprender la singularidad del cooperativismo agropecuario en Bolivia. Señaló que, a diferencia de otros países donde el cooperativismo agrario fue impulsado por políticas estatales de reforma agraria y modernización del agro, en Bolivia su evolución ha estado estrechamente vinculada a procesos sociales de colonización interna, redistribución de tierras y construcción territorial. En ese sentido, el cooperativismo agropecuario boliviano no puede entenderse únicamente como una figura jurídica, sino como una práctica profundamente enraizada en las comunidades rurales, donde la familia, el territorio y la vida colectiva son ejes fundamentales.

David Cahuana Mollo, parte del equipo de investigación, es ingeniero agrónomo, productor cooperativista de cacao y exgerente de la emblemática cooperativa El Ceibo R.L. Su intervención combinó datos, análisis y una rica experiencia de vida. Resaltó que las cooperativas agropecuarias son espacios clave de organización familiar y territorial, con un profundo arraigo en la tierra y en las culturas productivas locales.
Resaltó que, a pesar de su relevancia para la seguridad alimentaria, la sostenibilidad ambiental y la economía rural, estas cooperativas enfrentan debilidades estructurales: limitada infraestructura, escaso acceso al financiamiento, dificultades para homologarse a la Ley 356 y baja representatividad institucional.
A nivel nacional, indicó que existen alrededor de 1.700 cooperativas agropecuarias, pero solo un 10% ha logrado homologarse bajo el nuevo marco legal. Este dato pone en evidencia las barreras burocráticas y los vacíos en la política pública.
En el ámbito social, destacó el avance de la participación de mujeres —alcanzando el 30% de los asociados—, e incluso mencionó casos como una cooperativa en el norte paceño donde todos los cargos directivos están ocupados por mujeres.
Asimismo, subrayó la importancia de la formación continua en las cooperativas, así como el desarrollo de cadenas de valor y el impulso a la producción orgánica certificada. También hizo énfasis en que muchas cooperativas han logrado innovar tecnológicamente y generar empleos sostenibles, aunque enfrentan grandes desafíos por la falta de políticas diferenciadas desde el Estado.

Marco Albornoz Castro, Director General del Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (CIPCA), aportó al debate desde una mirada más territorial y estratégica, centrándose en las cooperativas castañeras del norte amazónico.
A partir de investigaciones realizadas, expuso el potencial de las cooperativas de recolección de castaña y otros frutos amazónicos como el asaí y el cacao silvestre. Estas experiencias —aunque actualmente menos visibles— ofrecen lecciones clave sobre acción colectiva, acceso a mercados justos, certificaciones y generación de empleo.
Entre los logros, destacó el acceso a sellos como el Fair Trade y las alianzas con compradores internacionales, que han permitido a algunas cooperativas exportar contenedores completos de productos beneficiados. Sin embargo, advirtió que muchas organizaciones siguen enfrentando debilidades institucionales, problemas de fidelización de socios y escaso acceso a financiamiento, especialmente por no contar con garantías individuales y operar en territorios de propiedad colectiva.
También hizo referencia al contrabando creciente de castaña y asaí hacia Perú y Brasil, debido al tipo de cambio desfavorable en Bolivia, lo cual pone en riesgo los modelos cooperativos.
En cuanto a políticas públicas, resaltó experiencias positivas en el departamento de Pando, donde se han institucionalizado espacios de articulación, sellos de origen y fondos específicos para el desarrollo de frutos amazónicos, gracias a la incidencia organizada de federaciones de recolectores.
Este conversatorio fue un espacio para reconocer que las cooperativas agropecuarias, pese a sus limitaciones, representan una de las formas más resilientes y solidarias de organización rural. Son estructuras que articulan territorio, familia, economía y cultura, y que en muchos casos han desarrollado innovaciones organizativas, tecnológicas y comerciales sin el respaldo suficiente del Estado. A la luz de estas reflexiones, se vuelve urgente una discusión política más amplia sobre el rol del cooperativismo en el desarrollo nacional y la necesidad de un marco institucional que lo potencie desde sus propias particularidades.
Puedes ver el conversatorio completo en el siguiente enlace: