martes 1 julio, 2025
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2025 Año Internacional de las Cooperativas, Bolivia. 

Por Nuris Poma Catacora – Investigación-acción IPDRS.  

El año 2025 representa una fecha significativa para Bolivia y para el movimiento cooperativo a nivel mundial. Mientras nuestro país celebra los 200 años de su independencia, las cooperativas conmemoran el Año Internacional de las Cooperativas, proclamado por las Naciones Unidas bajo el lema “Las cooperativas construyen un mundo mejor”. Este sábado 5 de julio, se recuerda el Día Internacional de las Cooperativas, oportunidad para visibilizar el papel que juegan estas organizaciones en la construcción de economías más justas, inclusivas y solidarias. 

En Bolivia, por mandato constitucional se reconoce a las cooperativas como parte estructural de la economía plural, sin embargo, su papel sigue siendo marginal en las políticas públicas, su institucionalidad es débil y su imagen se ha deteriorado. En muchos casos, el cooperativismo ha perdido su fuerza transformadora para convertirse en una estructura funcional, atrapada entre el abandono del Estado, la presión del mercado e intereses particulares. 

Entre abril y junio de este año, el Instituto para el Desarrollo Rural de Sudamérica (IPDRS), con el apoyo de We Effect, impulsó un ciclo de siete conversatorios sobre el estado actual del cooperativismo en Bolivia, en el marco de la investigación colectiva en desarrollo. Estas jornadas reunieron a referentes cooperativistas, expertos profesionales e investigadores/as para reflexionar, desde la práctica y la experiencia, sobre los principales rasgos, retos y proyecciones del movimiento cooperativo en sus diferentes sectores. 

A partir de estos intercambios, se evidencio que el cooperativismo sigue siendo vital en muchas zonas rurales y urbanas del país, se encuentra fragmentado, poco articulado, y en varios casos, cooptado por intereses ajenos a sus principios fundacionales. Desde el inicio, se remarcó que muchas cooperativas han perdido el sentido de lo colectivo, la equidad y la gestión democrática, dando paso a prácticas centradas en el interés individual, la informalidad y el uso político coyuntural, erosionando su legitimidad social. 

Se ha destacado el rol esencial de las cooperativas de servicios públicos, sobre todo en la región oriental del país, han sido claves para garantizar el acceso a agua, electricidad o telecomunicaciones en zonas donde ni el mercado ni el Estado han logrado consolidar su presencia. Estas experiencias, muchas veces invisibilizadas, reflejan formas genuinas de autogestión comunitaria que sostienen el bienestar local, pese a sus limitaciones y escaso acompañamiento institucional. 

Las cooperativas de servicios como la de transporte, vivienda y ahorro y crédito, nacidas de esfuerzos e iniciativas comunitarias para resolver necesidades concretas. Las de transporte han emergido donde sindicatos o empresas privadas no cubren rutas, especialmente en zonas interprovinciales, aunque enfrentan problemas graves de fiscalización, financiamiento y gobernabilidad interna. Las de vivienda, por su parte, organizadas desde la necesidad de acceder a una casa digna, enfrentan un marco legal que no facilita el acceso colectivo a tierras ni a servicios básicos, y sufren de invisibilización en la agenda pública. En el ámbito financiero, las cooperativas de ahorro y crédito han representado una vía de inclusión financiera para sectores sin acceso a la banca tradicional. 

El sector productivo, clave para la economía nacional, también tiene presencia cooperativa. Las agropecuarias, sostenidas por pequeños productores, contribuyen a la soberanía alimentaria y la vida rural, pero con carencias en temas de fomento, apoyo técnico o inversión suficiente. En cambio, las cooperativas mineras, muchas veces vistas como solución de empleo en contextos de pobreza, funcionan en un marco de precariedad y sin controles ambientales o laborales y con tributación preferencial. Situación que plantea dilemas profundos sobre sostenibilidad, derechos y justicia intergeneracional. 

Ponentes del Ciclo de conversatorios sobre cooperativismo en Bolivia 

A lo largo de los conversatorios, se hizo evidente que el cooperativismo boliviano atraviesa una etapa de tensión entre su potencial transformador y las limitaciones estructurales que enfrenta. Las y los ponentes coincidieron en que el movimiento necesita fortalecer su institucionalidad, revalorizar sus principios, mejorar su gestión interna y articularse con mayor claridad a proyectos de desarrollo que promuevan democracia económica y bienestar colectivo. 

En ese sentido, el Año Internacional de las Cooperativas 2025 debería ser visto como una oportunidad para la renovación. Más que enfocarse en el crecimiento numérico del sector, se requiere profundizar en la calidad de las cooperativas existentes, en su capacidad de innovar sin perder su base comunitaria, y en su contribución concreta a un país más justo y sostenible. Este proceso de revitalización no depende solo de las cooperativas, sino también del compromiso del Estado y de la sociedad civil para generar condiciones propicias. 

Gracias a los valiosos aportes de las y los ponentes en este ciclo de reflexión, ha sido posible visibilizar una parte significativa del cooperativismo boliviano, reconociendo tanto su vigencia como sus desafíos. Que este mes de julio sea una ocasión no solo para conmemorar, sino también para mirar con mayor profundidad este movimiento y acompañar su fortalecimiento en un horizonte plural, democrático y solidario. 

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