El texto propone repensar la seguridad alimentaria desde las prácticas milenarias de integración y reciprocidad entre pueblos andinos y amazónicos del Perú, cuestionando la idea de que solo la modernidad ofrece soluciones válidas. A través de la circulación de semillas, saberes y alimentos entre diversas ecologías —desde la costa hasta la Amazonía—, se muestra que estas comunidades han construido sistemas de intercambio que sostienen su diversidad biológica y cultural, garantizando su alimentación incluso en condiciones adversas. El artículo plantea que estos “caminos de la vida”, basados en la movilidad, la biodiversidad y la cohesión comunitaria, representan un modelo alternativo para pensar la seguridad y calidad alimentaria, y un desafío para que las políticas estatales reconozcan, respeten y potencien estas prácticas ancestrales como parte de la integración regional.