El acceso a la tierra y al territorio en Sudamérica se configura como un eje central de disputa política y social en un contexto marcado por el retorno y profundización del modelo neoliberal, la concentración de la propiedad y la expansión del extractivismo. A pesar de avances normativos como la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Campesinos, persisten limitaciones estructurales para su implementación efectiva, evidenciando la debilidad del rol estatal frente a los intereses corporativos y financieros. En la región se observan procesos comunes de reprimarización económica, individualización de la tierra y debilitamiento de las agendas campesinas e indígenas, acompañados por conflictos territoriales y criminalización de la protesta. Frente a este escenario, emergen experiencias de resistencia, autogobierno y jurisdicciones propias que plantean alternativas basadas en la soberanía alimentaria, la defensa de los bienes comunes y la construcción de modelos de desarrollo más justos, plurales y territorialmente arraigados en Sudamérica.