El concepto de desarrollo, históricamente dominado por una visión economicista centrada en el crecimiento y el progreso material, continúa siendo cuestionado por su incapacidad para responder a las crisis sociales, ambientales y culturales contemporáneas. Frente a este paradigma hegemónico surgen propuestas de desarrollos alternativos y alternativas al desarrollo que ponen en el centro la satisfacción de las necesidades humanas, la crítica al consumismo y la revisión de los patrones de producción y consumo. En este marco se destacan enfoques como el desarrollo a escala humana, el buen vivir proveniente de las cosmovisiones indígenas sudamericanas, el decrecimiento y el ecosocialismo, los cuales coinciden en cuestionar la productividad ilimitada, el antropocentrismo y la mercantilización de la naturaleza. En conjunto, estas propuestas plantean la necesidad de construir un nuevo sentido común basado en la equidad, la sostenibilidad, la participación comunitaria y el respeto a todas las formas de vida, como respuesta a una crisis que trasciende lo económico y se configura como una crisis de civilización.