jueves 30 octubre, 2008
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Lanzar un Instituto para el Desarrollo Rural de Sudamérica es, por lo menos, una iniciativa ambiciosa.
Mas allá de los desafíos institucionales que implica, su mismo nombre presume tres supuestos que no son para nada obvios: que el "desarrollo rural" tiene futuro como proyecto político-normativo en la región; que tiene sentido pensar este futuro y este proyecto a nivel de Sudamérica - o sea, que Sudamérica existe como una unidad de análisis y reflexión; y que ... Leer más

Lanzar un Instituto para el Desarrollo Rural de Sudamérica es, por lo menos, una iniciativa ambiciosa.
Mas allá de los desafíos institucionales que implica, su mismo nombre presume tres supuestos que no son para nada obvios: que el "desarrollo rural" tiene futuro como proyecto político-normativo en la región; que tiene sentido pensar este futuro y este proyecto a nivel de Sudamérica - o sea, que Sudamérica existe como una unidad de análisis y reflexión; y que la generación de conocimiento pueda influir en este futuro. El reto del Instituto es demostrar que estos supuestos son acertados, y así poder legitimar su propia existencia.