El documento analiza la profundización del modelo rentista y agroextractivo en el Brasil posterior al golpe político y durante el gobierno de Jair Bolsonaro, destacando cómo la militarización del Estado, el debilitamiento institucional y la consolidación de políticas de extrema derecha han intensificado los conflictos por la tierra y el territorio. A partir de un diagnóstico estructural, el texto expone que la expansión del agronegocio, la flexibilización de la normativa fundiaria y el desmantelamiento de políticas sociales han incrementado la desigualdad, la violencia rural y la vulneración de derechos de pueblos indígenas, comunidades campesinas y afrodescendientes. Asimismo, se subraya el aumento de la violencia de género, étnica y generacional como expresión del avance del capital sobre los territorios. Frente a este escenario, el documento pone en valor las resistencias sociales, en particular los movimientos agroecológicos y las luchas por la reforma agraria y la soberanía alimentaria, planteando la urgencia de reconfigurar la relación entre tierra, Estado y sociedad para garantizar la reproducción de la vida y la defensa de los territorios en el Brasil contemporáneo.