La incorporación de Venezuela al MERCOSUR evidencia un momento crítico para repensar la integración sudamericana, pues pone en cuestión varios supuestos sobre la coherencia, estabilidad y dirección política de los bloques regionales. El texto muestra que, más allá de los discursos diplomáticos, esta decisión reconfigura el equilibrio entre países, abre una nueva geografía económica y energética en la región e intensifica tensiones históricas entre proyectos como UNASUR, la CAN y el ALBA-TCP. La suspensión de Paraguay, el papel decisivo de Brasil, Argentina y Uruguay, y el reposicionamiento de Venezuela revelan que la integración avanza no por consensos institucionales, sino por correlaciones de fuerza entre gobiernos. El reto del MERCOSUR y de Sudamérica es demostrar que este giro puede traducirse en una integración más sólida, inclusiva y estratégica, y no solo en un movimiento coyuntural motivado por disputas políticas.