Las juventudes rurales sudamericanas enfrentan un escenario marcado por la precariedad laboral, la persistencia de estructuras patriarcales y un proceso sostenido de desarraigo que las obliga a migrar ante la falta de oportunidades educativas y productivas en sus territorios. En países como Argentina, Brasil, Chile y Paraguay se repiten patrones de precarización, trabajo no remunerado y masculinización del campo, resultado de la emigración femenina hacia ciudades o i ... Leer más
Las juventudes rurales sudamericanas enfrentan un escenario marcado por la precariedad laboral, la persistencia de estructuras patriarcales y un proceso sostenido de desarraigo que las obliga a migrar ante la falta de oportunidades educativas y productivas en sus territorios. En países como Argentina, Brasil, Chile y Paraguay se repiten patrones de precarización, trabajo no remunerado y masculinización del campo, resultado de la emigración femenina hacia ciudades o incluso al exterior. Estas dinámicas erosionan la identidad campesina, fragmentan los vínculos comunitarios y dificultan la construcción de proyectos de vida autónomos. El caso paraguayo evidencia con mayor crudeza cómo el modelo agroexportador, la concentración de tierras y la ausencia de políticas públicas para juventudes profundizan la descampesinización y vulneran derechos fundamentales. Ante ello, se vuelve imprescindible articular procesos formativos, fortalecer la participación juvenil y promover alternativas como la agroecología, capaces de revalorizar la cultura rural y proyectar un desarrollo integral con inclusión y equidad generacional.
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