La revisión comparada de diversas investigaciones sobre juventudes rurales en Sudamérica evidencia una persistente invisibilidad de este sector, tanto en las políticas públicas como en el reconocimiento social de sus propias formas de organización y participación. Aun cuando existen antecedentes históricos de intervenciones estatales —como los clubes juveniles agrícolas en Chile o programas productivos en los años noventa—, la discontinuidad institucional y ... Leer más
La revisión comparada de diversas investigaciones sobre juventudes rurales en Sudamérica evidencia una persistente invisibilidad de este sector, tanto en las políticas públicas como en el reconocimiento social de sus propias formas de organización y participación. Aun cuando existen antecedentes históricos de intervenciones estatales —como los clubes juveniles agrícolas en Chile o programas productivos en los años noventa—, la discontinuidad institucional y la mirada adultocéntrica han limitado la capacidad de los jóvenes para incidir en la construcción del desarrollo rural. Los textos analizados muestran que la migración, frecuentemente tratada como un problema, responde más bien a la ausencia de oportunidades y a la falta de proyectos territoriales capaces de integrar educación, arraigo cultural y autonomía económica. Asimismo, la diversidad interna de las juventudes rurales, atravesada por diferencias de género, etnicidad, ocupación y acceso a recursos, exige enfoques más situados y participativos. Reconocer a los jóvenes como actores sociales capaces de producir propuestas y liderazgos propios se presenta como condición indispensable para democratizar la toma de decisiones en los territorios y para reconfigurar las políticas de desarrollo rural desde perspectivas más inclusivas y generacionales.
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