Las medidas económicas adoptadas en Bolivia durante la cuarentena por la pandemia del COVID-19 resultan insuficientes para atender a los productores del campo y a la juventud rural y urbana, a pesar de su papel central en la seguridad alimentaria y en la sostenibilidad económica del país. La agricultura familiar, campesina e indígena permitió sostener el abastecimiento de alimentos durante la crisis, pero enfrentó serias dificultades para cosechar, comercializar y asegurar semillas para futuras siembras, debido a las restricciones de movilidad y a la falta de apoyo estatal específico. Paralelamente, la juventud, aunque beneficiaria de bonos, quedó excluida de políticas orientadas a la generación de empleo productivo y emprendimientos, desaprovechándose su potencial formativo, tecnológico y creativo. En este contexto, se plantea la urgencia de implementar medidas complementarias que reconozcan a productores y jóvenes como actores económicos estratégicos, mediante acceso a crédito productivo, fortalecimiento de mercados locales, apoyo a la transformación productiva y coordinación con organizaciones sociales, con el fin de evitar una crisis alimentaria, el aumento del desempleo y la profundización de la pobreza y la desigualdad en Bolivia.