El acceso a la tierra y al territorio en Sudamérica se configura como un eje central de disputa en un contexto marcado por la crisis climática, la profundización del modelo extractivista y las persistentes desigualdades que afectan a pueblos campesinos, indígenas y comunidades tradicionales. Las dinámicas de apropiación de la tierra, impulsadas por el agronegocio, la minería y los megaproyectos de infraestructura y energía, generan conflictos territoriales, violencia y exclusión, mientras que los derechos colectivos reconocidos en normas y políticas permanecen, en muchos casos, sin aplicación efectiva. Al mismo tiempo, la pandemia reforzó procesos de reterritorialización, revalorización del mundo rural y visibilización del rol de las mujeres en la producción y el cuidado, evidenciando la necesidad de articular agendas regionales que enfrenten la crisis climática, fortalezcan la soberanía alimentaria y promuevan modelos de desarrollo alternativos basados en la justicia territorial, la sostenibilidad y el respeto a los derechos de los pueblos de Sudamérica.