En la última década, el cacao ha adquirido una relevancia estratégica en los planes y políticas públicas de Ecuador y Bolivia, en el marco de modelos de desarrollo rural que proyectan su crecimiento hacia el año 2025. Ecuador se ha consolidado como líder regional y actor destacado a nivel mundial gracias a políticas estatales sostenidas que impulsaron la rehabilitación de plantaciones, el aumento del rendimiento y el apoyo directo a los productores mediante incentivos, asistencia técnica y seguros agrícolas. En contraste, Bolivia ha registrado avances significativos en la producción de cacao amazónico y silvestre, impulsados principalmente por organizaciones campesinas e indígenas y por el acceso a territorios recuperados, aunque enfrenta limitaciones institucionales, discontinuidad de programas y falta de recursos para consolidar una política nacional estable. En conjunto, el análisis muestra que, si bien ambos países reconocen al cacao como un rubro clave para el desarrollo y la soberanía productiva, el principal desafío radica en transformar los planes de largo plazo en políticas efectivas y sostenibles que fortalezcan a los pequeños productores, articulen la producción con el mercado interno y aseguren una implementación real de los compromisos estatales.