La expansión de la pandemia del COVID-19 puso en evidencia las profundas desigualdades estructurales que atraviesan los territorios rurales de Sudamérica, donde comunidades campesinas, indígenas y afrodescendientes enfrentan la crisis sanitaria con acceso limitado a agua, salud e infraestructura básica. Frente a la ausencia o insuficiencia de respuestas estatales, estas poblaciones activaron estrategias propias de autocuidado, control territorial y organización comu ... Leer más
La expansión de la pandemia del COVID-19 puso en evidencia las profundas desigualdades estructurales que atraviesan los territorios rurales de Sudamérica, donde comunidades campesinas, indígenas y afrodescendientes enfrentan la crisis sanitaria con acceso limitado a agua, salud e infraestructura básica. Frente a la ausencia o insuficiencia de respuestas estatales, estas poblaciones activaron estrategias propias de autocuidado, control territorial y organización comunitaria, basadas en saberes locales, economías propias y formas de gobierno autónomo. Experiencias desarrolladas en Colombia, Brasil y Bolivia muestran cómo las autoridades indígenas y campesinas asumieron un rol activo en la protección de la vida, restringiendo el ingreso de actores externos, fortaleciendo la producción local de alimentos y articulando sistemas propios de información, prevención y atención sanitaria. En este contexto, la resiliencia rural y la capacidad de autogestión territorial emergen como pilares fundamentales para enfrentar la emergencia, cuestionando un modelo económico que históricamente ha marginado al campo y reafirmando el valor político y social de las comunidades rurales en la defensa de la vida y el bienestar colectivo.
Compártelo en tus redes sociales