miércoles 17 julio, 2024
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CITAR como: Mamani, Katherin. (2024). Ñañay Virginiamanta Pinares Ochoa willakusaq: agencia y agendas por la defensa del territorio, el agua, el idioma quechua y la forma de organización de las comunidades. En Serie Exploraciones Nº 72 (páginas 20). La Paz, Bolivia: IPDRS.

Mi primer encuentro con Virginia Pinares Ochoa fue como un suspiro de la tierra, donde las palabras se entretejieron con el viento y se posaron en el alma como hojas de otoño danzando en el crepúsculo. Con la curiosidad como guía, le pregunté por qué ella, con pasión desbordante, defendía el territorio, el agua, su idioma, los derechos de las mujeres y su forma de organización. Virginia, con la espontaneidad de un río que fluye sin obstáculos, respondió con un ... Leer más

Mi primer encuentro con Virginia Pinares Ochoa fue como un suspiro de la tierra, donde las palabras se entretejieron con el viento y se posaron en el alma como hojas de otoño danzando en el crepúsculo. Con la curiosidad como guía, le pregunté por qué ella, con pasión desbordante, defendía el territorio, el agua, su idioma, los derechos de las mujeres y su forma de organización. Virginia, con la espontaneidad de un río que fluye sin obstáculos, respondió con un eco ancestral: "noqayku rayku, paykuna rayku", palabras que se deslizaron como un río de montaña en el viento, y que en nuestra lengua se traducen en "por nosotros, por ellos".

La miré con ojos que buscaban comprender, y en su respuesta, encontré un tesoro de significado. En el centro de su lucha, ella tejía los hilos invisibles del "nosotros" y "por ellos". Era el canto de su corazón, una melodía que resonaba en lo más profundo de su ser. El "nosotros" abrazaba a su propio ser y a los seres queridos que la rodeaban, mientras que el "por ellos" se extendía como las raíces de un árbol centenario, abarcando a quienes aún no conocía y a las generaciones por venir. En sus palabras, encontré un eco de unidad, un llamado a cuidar y proteger a todos, sin excepción.

Virginia, con un brillo en sus ojos que recordaba a las estrellas en una noche despejada, subrayó su papel como defensora ambiental. Sus palabras se convirtieron en una danza de conciencia, una canción de resistencia contra las injusticias y desigualdades que asolaban su tierra natal. Con la gracia de un colibrí, expresó cómo su lucha se había intensificado con la sombra de la actividad minera que se cernía sobre Cotabambas, Apurímac. En cada palabra, en cada gesto, vi el compromiso de una guerrera de la naturaleza, una voz que hablaba en nombre de la tierra y sus habitantes.

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