martes 3 septiembre, 2024
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Por Ruth Bautista e Iver Pedraza

Hace algunos años iniciamos un acercamiento a la juventud amazónica, correspondiente a los municipios del Sena, Puerto Rico y Gonzalo Moreno del departamento de Pando, y Riberalta del Beni. En esta gestión y en el marco del proyecto “Justicia climática para sociedades más equitativas e inclusivas en América Latina”, que implementa el IPDRS con apoyo de OXFAM, estamos implement ... Leer más

Por Ruth Bautista e Iver Pedraza

Hace algunos años iniciamos un acercamiento a la juventud amazónica, correspondiente a los municipios del Sena, Puerto Rico y Gonzalo Moreno del departamento de Pando, y Riberalta del Beni. En esta gestión y en el marco del proyecto “Justicia climática para sociedades más equitativas e inclusivas en América Latina”, que implementa el IPDRS con apoyo de OXFAM, estamos implementando un programa formativo para jóvenes, periodistas y defensores territoriales sobre la crisis climática y multidimensional que corresponde al actual contexto, caracterizado por importantes impactos del cambio climático en la vida de la población y del propio planeta.

Atender a esta temática nos conduce a la dinámica de la agenda y compromisos globales frente al cambio climático, pero también a preguntarnos respecto a las formas propias y territoriales de comprender la defensa y cuidado de la Naturaleza. En ese ámbito, la juventud amazónica se nos presenta como una población sumamente nutrida de inquietudes, atravesada por contradicciones similares al resto de juventudes del país y recargada por las implicancias de la expansión extractivista de este tiempo. Sentimos gran admiración por jóvenes rurales que reivindican su participación en procesos de modernización tecnológica en sus comunidades y centros educativos, se profesionalizan para enfrentar problemáticas que las generaciones anteriores no han atendido, y promueven nuevas relaciones urbano-rurales en la Amazonía.

En ese camino, se nos ha exhortado a contribuir a la participación de las y los jóvenes con quienes trabajamos para participar en el Encuentro de juventudes del FOSPA, la LCOY Amazonía y otras instancias en las que, seguramente, procuraremos la participación informada y crítica de las juventudes amazónicas.

La noción de juventud y las juventudes amazónicas

La legislación boliviana indica que la juventud transcurre entre los 16 y 28 años. Otras referencias bibliográficas, desde perspectivas biológicas plantean que esta etapa de la vida termina una vez que los cuerpos empiezan a envejecer, aproximadamente, a los 34 años; y desde la perspectiva social podemos distinguir la moratoria vital y la moratoria social, desde las cuales las y los jóvenes inscriben diferencias de clase, etnicidad y género sobre cuerpos (Margulis y Urresti. En La juventud es más que una palabra: ensayos sobre cultura y juventud. Biblos, 1996.). No cabe duda, la transitoriedad es inherente a las juventudes y viene acompañada por una expectativa de renovación que implica un proceso de transmisión intergeneracional de saberes, habilidades e incluso liderazgos.

El caso de las juventudes rurales es sumamente peculiar, pues su moratoria social está recargada porque su tránsito a la adultez no sólo tiene que ver con finalizar ciclos formativos y cumplir años, sino también con adquirir status como sujetas y sujetos de derechos territoriales, inscribirse a las comunidades campesinas e indígenas, adquirir derechos y obligaciones, la posibilidad de opinar, decidir y contribuir al destino de los territorios a través de la organización territorial, y en el caso de los jóvenes indígenas, en el ejercicio de los derechos colectivos. En muchos casos estas posibilidades deben pasar por ritos vitales o problemáticas como el embarazo adolescente. El asumir responsabilidades irrumpe en lo que sería el proceso formativo y sitúa a muchos jóvenes disputando espacios y recursos en el ámbito adulto, con muchas precariedades y desventajas.  

Sin embargo, el ámbito de gobernanza territorial es sumamente dinámico y va actualizándose, en parte, gracias a la incidencia de las y los jóvenes que desde muy temprano asisten a sus padres en el ejercicio de autoridad o dirigencia, acceden a cargos como secretarios de actas, deportes, juventudes, vocales, etc. Sin otro requerimiento que el de la predisposición de contribuir a la vida comunitaria, pero tampoco exento de los prejuicios y subestimaciones con las que el mundo adulto suele resistir a los impulsos juveniles.

El caso de la Amazonía es peculiar, pues los derechos territoriales se suscriben a una serie de problemáticas articuladas al aprovechamiento del bosque, los modelos de desarrollo en disputa, la movilidad humana que erosiona las identidades territoriales, la expansión de las actividades extractivas de minerales, maderas, petróleo, especies animales y vegetales exóticas, y por supuesto, la ganadería y agricultura bajo el modelo del agronegocio.

Las implicancias de la modernidad para las y los jóvenes amazónicos, si no están prevenidos e informados de los enormes valores de su arraigo territorial, podrían llevarlos a incursionar de múltiples actividades económicas y políticas que, en lugar de cuidar el entorno natural y promover el aprovechamiento sostenible de los bienes naturales, estarían marcando distancias y contradicciones respecto al cuidado de la Naturaleza.

LCOY, una oportunidad para atender a la agenda global frente al cambio climático desde la perspectiva de las juventudes

Además del ámbito territorial, es necesario que las y los jóvenes dispongan de otros espacios donde puedan dialogar entre ellos para construir una agenda que responda a sus necesidades específicas y que, más importante aún, logre restituir un sentido de comunidad que nos permita salir de la encrucijada civilizatoria que supone la actual crisis climática.

En ese sentido, organizaciones e instituciones de desarrollo han apostado por promover la realización de eventos donde se muestre a la juventud como protagonista. A nivel internacional, la Organización de las Naciones Unidas (ONU), ha reconocido a YOUNGO como la instancia oficial que representa a la juventud ante dicha organización y de esa forma es que nace la Conferencia de la Juventud (COY, en inglés). Este diálogo no pretende dar un marco informativo sobre este evento, por lo que se obviaran sus especificidades para priorizar el sentido de articulación e incidencia que deberían tener la COY, la RCOY (Conferencia Regional de la Juventud), la LCOY (Conferencia Local de la Juventud) y las Pre LCOY regionalizadas al interior de cada país miembro.

En esta oportunidad, nos referimos al evento del 24 y 25 de agosto, en la ciudad de Cobija – Pando, donde se llevó a cabo la Pre LCOY Amazonía, que congregó a más de 100 jóvenes de diferentes lugares de la Amazonía boliviana.

Logísticamente, la movilización y estadía de las y los jóvenes implica un movimiento económico importante, y que se articula a la agenda institucional de una diversidad de organismos dispuestos a financiar su organización, plegándose a la dinámica con el fin de obtener un documento que represente a toda la juventud. Sin embargo, esta dinámica que, desde los esquemas institucionales puede verse como tecnocrática podría sustentar una valoración simplista de una reunión de esta naturaleza y magnitud. Las y los más de 100 participantes de la Pre LCOY Amazonía manifiestan una voluntad genuina de proteger la Amazonía, voluntad que debería resguardarse de la instrumentalización y la burocratización de los procesos de delegación de representaciones.

Por otro lado, es importante plantear estrategias para evitar que estos espacios, además de instrumentalizarse, generen condiciones para el extractivismo epistémico; es decir, cuidar de diseños metodológicos que además de modelar la discusión de las y los jóvenes, las dirige unívocamente a la producción de manifiestos.

La ciudad de Cobija, en esos días estaba ensombrecida por el descontrol de los incendios forestales en la región, suceso que se hace recurrente y acrecienta año tras año, y que muestra que si normalizamos el sumar las miles de hectáreas incendiadas, los esfuerzos de denuncia caen en saco roto. De igual manera, la reiteración y masificación de los discursos, manifiestos e información sobre el colapso climático no tienen mayor impacto en el mundo ni en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), en cambio, las economías que corresponden a las y los jóvenes rurales, la recolección de frutos, los sistemas agroforestales y el aprovechamiento sostenible, sí que son correlativas al cuidado de la Naturaleza.

Y planteamos el desafío ¿Cómo generar mejores estrategias de visibilización, alianza y manifestación desde las y los jóvenes respecto a la crisis climática? ¿Acaso las juventudes deben solo reproducir las metodologías que dictan las multilaterales? ¿Cómo activar la politicidad de las y los jóvenes amazónicos respecto a la crisis climática desde sus identidades, derechos y gobernanza territorial?

No solo pasa por cuestionarse las externalidades de reuniones que convocan a jóvenes, las labores de cuidado, académicas, comunitarias, organizacionales, de liderazgo, entre otras, que tienen que posponer para poder asistir. Además del cansancio por viajes de hasta 48 horas, en condiciones ergonómicas poco adecuadas; hay otras externalidades que, como generalmente sucede, termina pagando la Naturaleza. Sin poner en duda la necesidad de estos espacios, instamos a cualificarlos cuidando la utilización de plásticos en la alimentación o encontrando formas de reducir la emisión de GEI que supone el transporte con base en combustibles fósiles.

No queda duda de que la Pre LCOY Amazonía ha visibilizado lo invaluable del compromiso y protagonismo juvenil, y sus preocupaciones respecto al clima, los animales, el bosque y su propio futuro. Las y los participantes representaron por lo menos a cinco pueblos indígenas (Cavineño, Esse Ejja, Machineri, Tacana y Yaminawa) e históricas organizaciones campesinas convocadas por la defensa de la Amazonía y la posibilidad de visibilizar su trabajo de representación de las juventudes que cotidianamente enfrentan las problemáticas de la Amazonía; y otros jóvenes de colectivos e iniciativas urbanas.

La continuidad de este espacio merece esfuerzo, análisis y creatividad, especialmente, respecto a la priorización de temáticas que deberían consultarse en un diálogo respetuoso con las juventudes habitantes de la Amazonía boliviana que, a pesar de su gran diversidad, tienen en común la avidez por restituir la relación y diálogo con la Naturaleza.