El escenario político sudamericano durante el año 2021, marcado por la pandemia del Covid-19 y múltiples procesos electorales, evidenció la débil centralidad del desarrollo rural en las agendas políticas y programáticas de la región. A pesar de la polarización ideológica entre izquierda y derecha, los debates electorales en países como Ecuador, Perú y Chile mostraron una coincidencia estructural en la subordinación del campo a modelos agroindustriales, extractivistas y orientados a la exportación, relegando demandas históricas como la reforma agraria, la redistribución de la tierra y el fortalecimiento de la agricultura campesina e indígena. La gestión gubernamental de la crisis sanitaria puso de manifiesto enfoques diferenciados frente a la desigualdad social, el uso del poder estatal y la priorización de inversiones, profundizando la desafección política y el desgaste de la democracia, particularmente en los territorios rurales. En este contexto, la escasa incorporación de las reivindicaciones campesinas, indígenas y afrodescendientes en los programas políticos plantea serias limitaciones para avanzar hacia un desarrollo rural justo, sostenible y democrático, subrayando la necesidad de un seguimiento crítico a las políticas públicas y a los compromisos asumidos por las fuerzas políticas en Sudamérica.