Las expectativas y trayectorias de la juventud rural en Sudamérica se configuran en un contexto de profundas desigualdades territoriales, limitaciones estructurales en el acceso a la tierra y persistentes brechas educativas entre el ámbito rural y urbano, a pesar del papel central que cumple la agricultura familiar campesina e indígena en la seguridad alimentaria regional. En países como Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Paraguay, las y los jóvenes rurales enfrentan dificultades para acceder y concluir la educación técnica y superior, condiciones laborales precarias y escaso reconocimiento de sus saberes y aportes productivos, factores que incentivan la migración y la pluriactividad. Al mismo tiempo, emergen nuevas ruralidades caracterizadas por una mayor articulación campo-ciudad, la diversificación de actividades económicas y el protagonismo de organizaciones sociales que impulsan propuestas de educación contextualizada, pedagogías propias y procesos de formación ligados al territorio. El desafío central consiste en construir políticas públicas y estrategias educativas inclusivas que reconozcan a la juventud rural como sujeto político y social clave para el desarrollo sostenible, la soberanía alimentaria y la transformación de los territorios rurales en Sudamérica.