Las elecciones presidenciales de 2021 en el Ecuador se desarrollan en un contexto de crisis sanitaria, económica y social que ha profundizado las desigualdades históricas del campo y evidenciado el rol central de la Agricultura Familiar Campesina e Indígena en la alimentación del país. Frente a este escenario, las propuestas de los candidatos Andrés Arauz y Guillermo Lasso presentan diferencias discursivas, pero convergen en un mismo modelo agroalimentario orientado al agronegocio, la agroexportación y la acumulación capitalista, relegando la soberanía alimentaria y la redistribución de los recursos productivos a un lugar secundario. Ambos programas priorizan el encadenamiento de la producción campesina a la agroindustria, el fortalecimiento de acuerdos comerciales y una política agrícola sin enfoque diferenciado, lo que limita la autonomía productiva del campesinado y profundiza su vulnerabilidad. En este marco, la ausencia de propuestas estructurales para garantizar derechos campesinos, redistribuir tierra y agua, y fortalecer sistemas agroalimentarios justos y sostenibles, pone en evidencia que, más allá de recetas estatales o de mercado, los proyectos políticos en disputa reproducen un mismo horizonte de desarrollo rural excluyente en el Ecuador.