Los incendios forestales ocurridos en 2019 en Sudamérica revelan de manera dramática las consecuencias de modelos de desarrollo basados en el extractivismo, el agronegocio y el consumismo, que han intensificado la deforestación y la degradación ambiental en regiones clave como la Amazonía, la Chiquitanía y el Chaco. Estos incendios, provocados mayoritariamente por acciones humanas vinculadas a la expansión de la frontera agrícola y a intereses económicos de gran escala, han generado pérdidas incalculables en biodiversidad, medios de vida y salud de las poblaciones locales, comprometiendo además el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y los compromisos climáticos internacionales. Frente a este escenario, se plantea la urgencia de una respuesta integral que no se limite a la extinción del fuego, sino que impulse una década de reparación ambiental y social, orientada a la restauración de los ecosistemas, la recuperación de las bases productivas locales y la transformación de los modelos productivos hacia enfoques sostenibles que prioricen la vida, el territorio y el bien común.