La creciente relación agroexportadora entre Chile y China se ha consolidado como un eje central del modelo de desarrollo agrícola, impulsando una expansión acelerada del agronegocio orientado a satisfacer la demanda del mercado asiático. Este proceso ha profundizado la concentración de la tierra y del agua, intensificado el uso de recursos naturales y promovido grandes inversiones en infraestructura logística e hídrica con fuerte respaldo estatal. Sin embargo, el ... Leer más
La creciente relación agroexportadora entre Chile y China se ha consolidado como un eje central del modelo de desarrollo agrícola, impulsando una expansión acelerada del agronegocio orientado a satisfacer la demanda del mercado asiático. Este proceso ha profundizado la concentración de la tierra y del agua, intensificado el uso de recursos naturales y promovido grandes inversiones en infraestructura logística e hídrica con fuerte respaldo estatal. Sin embargo, el aumento de las exportaciones frutícolas ha generado severos impactos socioambientales en los territorios rurales, incluyendo el agotamiento de fuentes de agua, el deterioro de ecosistemas y la precarización de las formas de vida campesinas. En este contexto, el modelo agroexportador revela una tensión estructural entre la lógica de acumulación orientada al mercado global y el derecho de las comunidades locales a la soberanía alimentaria, al acceso equitativo al agua y a condiciones de vida dignas.
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