La expansión del monocultivo de aguacate en Chile, particularmente en la provincia de Petorca, pone en evidencia las profundas contradicciones del modelo agroexportador frutícola, que prioriza la rentabilidad económica y la inserción en los mercados internacionales por sobre el derecho al agua, la soberanía alimentaria y la sustentabilidad socioambiental. La sobreexplotación de las cuencas hídricas, impulsada por la demanda global de “superalimentos”, ha generado una situación crítica de escasez de agua para el consumo humano y la producción campesina, transformando el territorio en un espacio de despojo y desigualdad. Este escenario revela cómo la mercantilización de la agricultura y la concentración de la tierra y del agua benefician a grandes actores del agronegocio, mientras profundizan la vulnerabilidad de las comunidades locales. Frente a ello, el conflicto de Petorca abre un debate estructural sobre el modelo agrícola chileno, cuestionando la lógica de producir para la exportación y planteando la necesidad de avanzar hacia alternativas basadas en la agroecología, la gestión democrática de los bienes comunes y la soberanía alimentaria.