La producción de maíz en la comunidad guaraní de Palmarito, en el Chaco cruceño, constituye un eje central para la reproducción económica, social y cultural de las familias, en un contexto marcado por la vulnerabilidad alimentaria, los eventos climáticos adversos y la presión de políticas productivas orientadas al incremento del rendimiento. La introducción de semillas híbridas y variedades “mejoradas”, promovida por el Estado y otros actores bajo el discurso de la seguridad alimentaria, convive de manera conflictiva con los sistemas tradicionales de producción y con la persistencia de variedades locales que aseguran el autoconsumo, el almacenamiento y la continuidad de prácticas culturales guaraníes. Las dinámicas productivas, atravesadas por relaciones desiguales en el uso de la tierra, el endeudamiento y la intermediación comercial, revelan tensiones entre modelos productivistas externos y las lógicas comunitarias de subsistencia. En este escenario, la resistencia de los maíces locales emerge como una estrategia clave frente a la inseguridad alimentaria y como expresión de la defensa de saberes, territorios y formas propias de vida.