El balance del desarrollo rural sudamericano hacia el cierre de 2015 muestra un escenario marcado por amenazas económicas y climáticas que afectan de manera directa la vida campesina, al mismo tiempo que revela avances globales en la reflexión ambiental y en la promoción de la agricultura familiar. La caída del precio del petróleo y el impacto del fenómeno El Niño profundizan la vulnerabilidad de las zonas rurales, mientras las políticas estatales siguen concentrándose en medidas conservadoras como bonos, seguros agrarios y controles de precios. Sin embargo, hitos internacionales como la encíclica Laudato Si, el acuerdo climático de París y la continuidad del proceso AIAF+10 impulsan una agenda de sostenibilidad que dialoga con las demandas regionales de soberanía alimentaria y fortalecimiento agrícola. Pese a ello, el avance de la agricultura extensiva, los conflictos por la tierra y la fragilidad de muchas reformas agrarias contrastan con el papel crucial de campesinos e indígenas en la alimentación urbana. El reto consiste en demostrar que el desarrollo rural solo será viable si se articulan políticas coherentes, alianzas territoriales y compromisos ambientales que reconozcan el rol estratégico de la agricultura familiar en la región.