La condición de mediterraneidad de Bolivia y Paraguay, sumada a una herencia histórica marcada por la explotación de recursos naturales sin valor agregado, ha consolidado una dependencia estructural del extractivismo que limita su desarrollo y profundiza desigualdades. Aunque ambos países han seguido rutas políticas distintas —uno con orientación indigenista–nacionalista y el otro abierto al capital transnacional—, convergen en un modelo económico basado en ... Leer más
La condición de mediterraneidad de Bolivia y Paraguay, sumada a una herencia histórica marcada por la explotación de recursos naturales sin valor agregado, ha consolidado una dependencia estructural del extractivismo que limita su desarrollo y profundiza desigualdades. Aunque ambos países han seguido rutas políticas distintas —uno con orientación indigenista–nacionalista y el otro abierto al capital transnacional—, convergen en un modelo económico basado en la exportación inmediata de materias primas, con altos costos ambientales y escaso beneficio para las poblaciones locales. La falta de acceso directo al mar agrava esta situación al encarecer el comercio y reducir su autonomía frente a los mercados globales, mostrando cómo decisiones históricas y condiciones geográficas continúan condicionando su presente. El desafío consiste en demostrar que es posible superar esta dependencia mediante alternativas productivas que fortalezcan la soberanía económica y abran caminos hacia un desarrollo más sostenible y equitativo.
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