Las dinámicas juveniles en las zonas rurales de Colombia revelan un entorno marcado por la violencia cotidiana, la precariedad educativa y la fragilidad del tejido social, donde la ausencia de una cultura democrática limita la resolución pacífica de los conflictos y profundiza las tensiones interpersonales. Frente a discursos que presentan a la juventud rural como pasiva o egocéntrica, el análisis pone en evidencia que los jóvenes construyen identidades colectivas mediante redes culturales y comunitarias que les permiten enfrentar contextos de inseguridad, exclusión y presión social. La comprensión de la adolescencia como un proceso de transformación marcado por crisis normativas, búsqueda de autonomía y construcción de identidad —según perspectivas psicológicas, sociológicas y antropológicas— muestra que estos jóvenes poseen un potencial organizativo capaz de fortalecer la participación ciudadana y promover prácticas democráticas en sus territorios. En este marco, se plantea la urgencia de consolidar espacios de participación juvenil que favorezcan la resolución alternativa de conflictos y fortalezcan la cohesión social en las áreas rurales colombianas.