La reflexión plantea que la seguridad y la soberanía alimentaria no pueden comprenderse únicamente desde la producción agrícola, sino dentro de un sistema global donde los alimentos se han convertido en mercancías altamente especulativas, generando vulnerabilidades profundas en los países del sur. A partir de una mirada histórica y técnica, se muestra cómo avances como la revolución verde, inicialmente concebidos para evitar hambrunas, derivaron en un modelo dominado por corporaciones transnacionales que controlan semillas, insumos y mercados, desplazando prácticas locales y transformando hábitos alimentarios. Este proceso ha contribuido al aumento simultáneo del hambre y de enfermedades asociadas al consumo excesivo de alimentos procesados, con impactos graves en salud pública, economía familiar y sistemas sanitarios. Frente a este escenario, se propone reorientar las políticas hacia el derecho a la alimentación, la agricultura familiar, la nutrición integral y el fortalecimiento del rol de las mujeres, reconociendo su importancia estratégica en la construcción de sistemas alimentarios más justos y sostenibles.