El texto analiza cómo la soberanía alimentaria en Colombia se ve profundamente afectada por el despojo territorial, la violencia y la falta de políticas públicas que protejan a los campesinos, generando una creciente inseguridad alimentaria especialmente entre la población desplazada. A partir de la crítica al modelo neoliberal–centrado en el crecimiento económico y la agroexportación–el autor muestra cómo este sistema reproduce desigualdad, dependencia alimentaria y pérdida de autonomía comunitaria. Frente a ello, propone alternativas basadas en los Planes de Vida, el Buen Vivir y la defensa de semillas, territorios y prácticas productivas propias, destacando diversas experiencias comunitarias que buscan reconstruir el tejido social, proteger la biodiversidad y recuperar el control sobre la alimentación en Colombia.