Comprender el fenómeno El Niño implica reconocer no solo su larga historia, sino la complejidad de sus impactos y la fragilidad institucional con la que suelen enfrentarse. El documento muestra que, aunque se trata de un evento recurrente y ampliamente estudiado, su gestión continúa marcada por respuestas tardías, acciones desarticuladas y aprendizajes insuficientes. La paradoja principal es que, pese a la enorme capacidad predictiva actual y a los costos económicos y sociales demostrados en episodios como los de 1982–83 y 1997–98, las estructuras estatales siguen funcionando con lógica reactiva en lugar de preventiva. Afrontar El Niño supone aceptar que sus efectos locales varían enormemente y que solo un enfoque integral - capaz de articular ciencia, Estado, sociedad civil y sectores productivos - puede disminuir riesgos futuros. El desafío para los gobiernos es demostrar que pueden romper el patrón histórico de improvisación y construir una gestión que legitime su eficacia antes, durante y después de cada episodio.