Reflexionar sobre la producción campesina en el Perú en plena coyuntura electoral implica enfrentar una serie de tensiones estructurales. Más allá de los discursos de campaña, el artículo muestra que las familias rurales viven en un territorio extraordinariamente diverso y rico, pero condicionado por la fragilidad ambiental, la falta de infraestructura y la ausencia de políticas sostenidas. La paradoja es evidente: pese a ser un país megadiverso y con un papel fu ... Leer más
Reflexionar sobre la producción campesina en el Perú en plena coyuntura electoral implica enfrentar una serie de tensiones estructurales. Más allá de los discursos de campaña, el artículo muestra que las familias rurales viven en un territorio extraordinariamente diverso y rico, pero condicionado por la fragilidad ambiental, la falta de infraestructura y la ausencia de políticas sostenidas. La paradoja es evidente: pese a ser un país megadiverso y con un papel fundamental de la agricultura en la vida nacional, el sector agropecuario aporta cada vez menos al PBI y continúa atrapado en la pequeña producción de subsistencia. Frente a este escenario, las propuestas electorales revelan dos supuestos diferentes sobre el futuro rural: uno que busca ajustes sin modificar el modelo y otro que promete transformaciones estructurales difíciles de concretar en un solo periodo. El desafío - tal como lo plantea el documento - es demostrar que es posible articular una visión de Estado capaz de fortalecer la pequeña agricultura y convertir su potencial en un proyecto sostenible, concertado y duradero.
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