Analizar el agro chileno implica asumir que el notable crecimiento económico del país ha sido capaz de traducirse en bienestar rural, algo que dista de ser evidente. Esta mirada parte de premisas profundas: que el dinamismo exportador beneficiará también a la agricultura campesina; que la modernización productiva elevará la calidad de vida en el campo; y que el mercado es suficiente para ordenar y equilibrar el territorio rural. El texto demuestra que estos supuest ... Leer más
Analizar el agro chileno implica asumir que el notable crecimiento económico del país ha sido capaz de traducirse en bienestar rural, algo que dista de ser evidente. Esta mirada parte de premisas profundas: que el dinamismo exportador beneficiará también a la agricultura campesina; que la modernización productiva elevará la calidad de vida en el campo; y que el mercado es suficiente para ordenar y equilibrar el territorio rural. El texto demuestra que estos supuestos chocan con una realidad marcada por desigualdad estructural, precariedad laboral y debilitamiento organizativo del campesinado. El reto es construir un modelo de desarrollo que no sacrifique equidad territorial en nombre del crecimiento macroeconómico.
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