Mirar el 2009 desde el desarrollo rural sudamericano exige reconocer que el año anterior dejó señales difíciles de ignorar. La crisis alimentaria, los riesgos de los agrocombustibles, la ausencia de respuestas claras frente al cambio climático y la fragilidad de los modelos de desarrollo rural, revelan que la región enfrenta desafíos más complejos de lo que aparenta. Suponer que la integración sudamericana podrá resolverlos implica aceptar que existe una agenda ... Leer más
Mirar el 2009 desde el desarrollo rural sudamericano exige reconocer que el año anterior dejó señales difíciles de ignorar. La crisis alimentaria, los riesgos de los agrocombustibles, la ausencia de respuestas claras frente al cambio climático y la fragilidad de los modelos de desarrollo rural, revelan que la región enfrenta desafíos más complejos de lo que aparenta. Suponer que la integración sudamericana podrá resolverlos implica aceptar que existe una agenda común, capacidades estatales equilibradas y voluntad de cooperación efectiva. El reto es demostrar que estas premisas son viables, antes de que los conflictos rurales vuelvan a poner en evidencia nuestras debilidades estructurales.
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